MUJERES EN CARGO DE LIDERAZGO
Lograr que al menos el 40% de los cargos de liderazgo sean ocupados por mujeres
Usualmente ha sido difícil medir adecuadamente la contribución real de las mujeres al desarrollo económico y de las sociedades. A través de labores que en muchos casos no son remuneradas, las mujeres aportan significativamente a la producción de bienes y servicios en una economía. A escala global, las mujeres no sólo comercializan las dos terceras partes de los alimentos sino que además dirigen una proporción similar de los pequeños negocios.
Desde el siglo XX, las mujeres han venido incorporándose gradualmente en el mundo universitario, en el trabajo productivo formal y, más lentamente, en el liderazgo político. El Premio Nobel de economía Amartya Sen afirma que “nada resulta tan importante, en la actual economía política del desarrollo, como el reconocimiento de la participación y el liderazgo en el campo político, económico y social de las mujeres”. Sin embargo, perduran rezagos culturales de discriminación y subordinación, incluso en sociedades desarrolladas. Así, se ha acuñado el término “techo de cristal” para identificar una resistencia sutil e implícita a la integración de la mujer en actividades que traspasan el ámbito familiar.
Actualmente, dos tercios de los pobres y analfabetos en el mundo son mujeres, las que –según la OIT- ganan un 30% menos que los hombres por trabajos similares. Entre los parlamentarios de todo el mundo, menos del 25% son mujeres, y en los gabinetes, menos de 20%. Lo mismo puede decirse de los cargos en directorios de empresas privadas.